Una de las razones que comúnmente llevan a acudir al fisioterapeuta a las personas que realizan con frecuencia algún tipo de práctica deportiva son las roturas fibrilares. A pesar de que puedan parecer de menor complejidad que otro tipo de molestias o lesiones, es importante tanto su correcto diagnóstico como tratamiento, ya que tanto el ritmo de recuperación como la reincorporación a la actividad deportiva y rutinas de la vida diaria van a depender en gran parte de los mismos.
En primer lugar, es elemental realizar un correcto diagnóstico diferencial, desechando la posibilidad de que se trate de una molestia menor como una distensión o una contractura muscular. Para ello, además de la observación, entrevista diagnóstica y exploración se suele emplear también una ecografía. Por lo general, la rotura fibrilar cursa con dolor focalizado, aunque dependiendo del grado con el que se presente ésta, pueden también aparecer un hematoma producto de una hemorragia interna e incluso mareo o sudor frío.
Las roturas fibrilares pueden presentarse en cualquier zona muscular, pero se dan con mayor frecuencia en aquellas áreas relacionadas con una mayor actividad durante la práctica deportiva. Normalmente suelen aparecer porque esa zona se encontraba más vulnerable debido a otra lesión previa, como resultado de una carga en exceso, estiramientos bruscos, fatiga excesiva, golpes o incluso caídas.
La duración del proceso de rehabilitación es variable, ya que inciden diversos factores en él ( edad, peso, seguimiento de recomendaciones, tamaño de la rotura…) pero en líneas generales el proceso de recuperación dura entre 8-10 días cuando se trata de una rotura de grado 1, de 3 a 4 semanas cuando es moderada ( grado 2) y de 1-3 meses cuando es grave o denominada grado 3.
Entre las medidas que se suelen incluir en los programas de rehabilitación de este tipo de lesión encontramos la aplicación de frío, reposo, masaje drenante, movilización pasiva suave, vendaje, estiramientos de diferente intensidad o ejercicios de readaptación de carga, cuya aplicación irán variando a medida que va evolucionando la recuperación, y siempre ajustándose a las características propias que presenta la persona.
Cualquier persona, haya presentado en alguna ocasión o no una rotura fibrilar, está expuesta a la posibilidad de ello, es por eso por lo que se recomienda a modo de prevención que se realicen ejercicios de estiramiento y calentamiento previos y posteriores a la exposición de un esfuerzo o actividad física considerables.