Se trata de una enfermedad crónica, en la cual el sistema inmunológico de la persona actúa negativamente sobre tejidos y órganos produciendo diversidad de síntomas, siendo esta variedad de la sintomatología la que dificulta en muchas ocasiones el propio diagnóstico de la enfermedad.
Uno de los aspectos que caracterizan a este padecimiento, es la mayor prevalencia entre mujeres, independientemente del rango de edad al que pertenezcan, ya que esta enfermedad no se encuentra vinculada a ninguna etapa vital concreta. En cualquiera de ellas, el lupus puede manifestarse en múltiples formas y zonas del cuerpo. Entre las más frecuentes nos encontramos alteraciones del sistema circulatorio y respiratorio ( como pericarditis y pleuritis), nefritis u otras alteraciones renales, descenso de los glóbulos blancos, anemia u otros desequilibrios hematológicos, fotosensibilidad, rigidez articular, cansancio, fiebre, cefaleas, convulsiones u otros síntomas neurológicos, erupciones cutáneas, artritis, vulnerabilidad ante infecciones, alopecia, alteraciones endocrinas o musculoesqueléticas diversas.
La finalidad de la fisioterapia es posibilitar la mejora de la calidad de vida de las personas que padecen esta patología, especialmente durante los brotes, focalizando su intervención sobre el dolor, edema e inflamación que pueden aparecer durante los mismos y en la prevención de la complicación de éstos. Uno de los aspectos más relevantes que caracterizan a las sesiones de fisioterapia es la duración, ya que además de ajustarse a las características de salud que presente la persona como suele realizarse de forma generalizada, no han de ser excesivamente largas para evitar que se produzca sobrecarga articular. Entre los componentes de este tipo de sesiones es usual la presencia de cinesiterapia, y ejercicios para la mejora de la función respiratoria, sin embargo, dadas las posibles complicaciones circulatorias que pueden presentar algunas personas, se desaconseja el uso de termoterapia .
Por otra parte, a pesar de que el cansancio o fatiga es uno de los síntomas más comunes entre las personas que poseen esta patología, la actividad física ajustada a las condiciones personales no se encuentra contraindicada, de hecho, la práctica de actividades aeróbicas de bajo impacto y rutinas diarias que conlleven hábitos cotidianos que impliquen un estilo activo pueden beneficiar e incrementar la calidad de vida de las personas que padecen lupus.
Algunos de los beneficios que se derivan de la práctica de actividad física en estos casos es la prevención de osteoporosis, reducción del estrés, disminución de la rigidez articular, aumento del rango del movimiento o incremento de la fuerza entre otros. Es por ello que se considera clave el proceso de autoconocimiento que ha de llevar a cabo la persona sobre las manifestaciones que a nivel individualizado son más frecuentes previamente a un brote, para minimizar en la medida de lo posible el efecto de éste a través del ajuste farmacológico , fisioterapeútico y de actividad física complementaria.