El esguince es una de las lesiones más comunes entre las personas que practican deportes como el fútbol, baloncesto o atletismo, pero puede darse también en circunstancias de la vida diaria fuera del contexto deportivo, pudiendo ser consecuencia de un simple traspiés o tropiezo. Este tipo de lesión se sucede cuando los ligamentos, que son aquellos que proporcionan estabilidad a la articulación del tobillo, sufren una distensión o ruptura (total o parcial), perdiendo por tanto la mencionada estabilidad que aportan, y como resultado interfiriendo en la marcha o desplazamiento de la persona.
Aunque se produzca en la misma zona, existen varios subtipos de esta lesión, distinguiéndose la siguiente clasificación y por tanto variaciones en sus manifestaciones y tratamiento :
- El esguince de grado I leve o moderado se caracteriza porque existe molestia e inflamación, pero la persona aunque con dificultad, puede continuar andando. En ocasiones no llega a visualizarse hematoma, y la duración aproximada del proceso de recuperación es entorno a una o dos semanas.
- En el siguiente subgrupo, el grado II o moderado grave, el edema o hinchazón acompañado por hematoma en la zona son más que evidentes. La persona muestra gran dificultad en el desplazamiento y refiere dolor. En estos casos se requiere de un periodo de reposo variable, pero la duración del proceso de recuperación es más elevada que en el anterior, siendo necesarias entre 2-5 semanas aproximadamente hasta la desaparición de las molestias.
- Por último, lo que caracteriza al esguince de grado III o de rotura total del ligamento es la imposibilidad de la persona de iniciar/continuar la marcha, siendo más que evidentes la presencia de edema, dolor y hematoma en la zona desde el primer momento. Es el subgrado que precisa de mayor tiempo de recuperación ( entre 3-6 meses) además de inmovilización. Suele asociarse a traumatismos, por lo que el proceso de recuperación puede verse más dificultado.
En líneas generales, entre algunos de los ejercicios y tratamientos que se pueden aplicar desde la fisioterapia para abordar este problema encontramos:
-Reposo.
-Hielo
-Compresión.
-Elevación.
-Manipulaciones articulares.
-Movilizaciones articulares.
-Masaje
-Electroterapia.
-Ejercicios para aumentar la propiocepción.
-Estiramientos.
-Realización de ejercicios con bandas elásticas.
-Vendaje neuromuscular o Kinesiotape.
-Baños de contraste Frío/ Calor
-Descarga y fortalecimiento de musculatura adyacente.
Aunque en comparación con otro tipo de lesiones pueda parecer a simple vista algo más sencilla, es importante abordarla desde un primer momento, ya que fácilmente tiende a cronificarse debido a adherencias fruto de una mala cicatrización o a bloqueos articulares, pudiendo surgir complicaciones derivadas de ello y una mayor vulnerabilidad en el futuro, a padecer este tipo de tipo de lesión.