Recomendaciones de Fisioterapia frente a la Sarcopenia
Aunque el tecnicismo pueda no resultar familiar, en el día a día nos cruzamos constantemente con ella ya que su presencia entre la población es bastante común. Recientemente se ha publicado que en torno al 20 % de los europeos con edades superiores a los 65 años la presentan, pero ¿ En qué consiste la sarcopenia ?
Asociada mayoritariamente al envejecimiento, también puede aparecer en edades algo más tempranas. Los principales signos de este síndrome geriátrico son la pérdida de masa muscular y fuerza como resultado del paso del tiempo o debido al sedentarismo entre otras causas. Algunos de las señales de alarma que podemos encontrarnos que pueden avisarnos sobre la misma son la aparición de fatiga, disminución de la velocidad al caminar, reducción de la fuerza de presión medida o la pérdida de más de 4,5 kilos de peso en un año sin ninguna causa concreta. En líneas generales, podemos distinguir entre Sarcopenia primaria ( si el origen de la misma yace en el proceso de envejecimiento en sí) o secundaria ( si es derivada de la presencia de otras patologías, desajustes nutricionales o decremento de la actividad física). La principal diferencia entre ambas es a nivel de denominación y etiología, ya que ambos tipos pueden abordarse desde la fisioterapia para mejorar la calidad de vida personal.
A pesar de que el envejecimiento es un proceso vital inevitable y estrechamente vinculado a este síndrome geriátrico , existe una diversidad de factores que pueden verse implicados en la aparición de la sarcopenia ( genética, factores neurológicos, musculares, hormonales, estilos de vida o incluso nutricionales). Sobre algunos de los cuales es posible actuar con medidas preventivas o a través de tratamiento, es por ello que a través de indicaciones y ejercicios recomendados por profesionales de la fisioterapia el riesgo de fracturas, caídas y pérdida de la capacidad funcional derivados de la presencia de sarcopenia pueden verse considerablemente reducido, lo cual se traduce en una mayor autonomía y calidad vital.
Entre las características básicas de este tipo de intervenciones fisioterapeúticas se encuentra una duración que no exceda los 45 minutos y se realice entre 2-3 veces semanales, además de ajustarse al estado físico y cognitivo que presenta la persona, e incluir tanto ejercicios de fuerza como de flexibilidad, equilibrio y coordinación así como indicaciones de higiene postural para la realización de los mismos, incrementando progresivamente la dificultad e incluyendo fases de calentamiento y estiramiento.
A simple vista, este tipo de sesiones pueden parecer actividad física convencional, pero necesitan ser supervisadas y asesoradas por profesionales de la fisioterapia tanto para la obtención de beneficios a nivel corporal como para evitar posibles molestias físicas posteriores.